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OBJETIVOS

         
Reactivar la conciencia crítica

         
 Contribuir a generar un debate sobre Derechos Humanos Y Universitarios.

           Contribuir a la construcción de la Memoria Histórica

          Crear conexiones entre estudiantes y nuestras distintas realidades.

 
   


¿COMO SURGE CDH-HAS?

          Se conformó originalmente en 2004 con un grupo de estudiantes de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, junto a familiares de Herbert Anaya, es esfuerzo inicial es para dar continuidad al trabajo particular e individual que ya ve venía haciendo a favor de rescate la memoria histórica colectiva de parte de familiares de Anaya y organizaciones comunitarias, por lo que se conforma el Comité organizador del Congreso Internacional Herbert Anaya.

          El año 2008 se inicia el proceso para obtener la personalidad jurídica como Asociación Estudiantil en la Universidad de El Salvador, la cual fue otorgada por acuerdo unánime en la Asamblea General Universitaria el pasado mes de junio y nuestros estatutos publicados en el Diario oficial tomo 383 S.S. Miércoles 3 de junio 2009 numero 101, lo que nos permite ampliar el trabajo en educación sobre Derechos Humanos u proyección social que como estudiantes tenemos el derechos y el deber de hacer en nuestras comunidades y con grupos sociales vulnerables.

 

 

 

PRIMER DEBATE ELECTORAL

     “Primer Debate Electoral   Universitario2011, nace como un esfuerzo mas del CDH-HAS, en realizar un foro, en el que los candidatos a Decano y Vice-Decano presenten sus propuestas electorales a los estudiantes de la Facultad, y que estas sean debatidas en forma recíproca por todos los candidatos en contienda. Es muy importante que los estudiantes se hagan presentes y aprovechen este espacio de opinión y debate. Una nueva ventana a la democracia participativa del estudiante. Se espera que con iniciativas como esta se dé un cambio radical a la forma de hacer campaña de los movimientos, que hasta ahora solo se reduce a la típica propaganda y a presentarse de aula en aula en horarios de clases con reducido espacio para debatir sus propuestas.

                   MOVIMIENTOS INVITADOS

                                        -BPU-MUES

Cristóbal Hernán Ríos Benítez

(Decano).

Carlos Alexander Díaz

 (Vice-Decano)

 

 

-FAU

Joaquín Orlando Machuca

(Decano)

Olga Girón

 (Vice-Decano)

-MTU

Horacio García Zarco.

(Decano)

David Amílcar Gonzales Rivas.

 (Vice- Decano

-UNIMOS

Marta Villatoro de Guerrero

(Decano)

Luis Roberto Granados

(vice-Decano)



RESEÑA BIOGRAFICA DE “HERBERT ANAYA SANABRIA”

 

 

(Colectivo estudiantil “Herbert Anaya”)

 

 

 

 

 

 “La agonía de no trabajar por la justicia, es más fuerte que la posibilidad cierta de mi muerte... Ésta última es solo un instante,

 

 

lo otro constituye

 

 

 la totalidad de mi vida…” 

 

 

Herbert Anaya Sanabria (1954-1987)

 

 

Presidente de la Comisión

 

 

de Derechos Humanos de El Salvador

 

 

 

 

Herbert Anaya Sanabria (HEAS) nace en San Salvador y crece en la ciudad de Chalchuapa. Es hijo de Rafael Anaya, mecánico y María Magdalena Sanabria dedicada a los oficios domésticos. Su infancia y adolescencia transcurre al lado de su madre y sus tres hermanos que estuvieron bajo el cuido y dependencia de ella, pues su padre les abandona para formar otro hogar y no les apoyaba entre otras razones, por tener el vicio del alcohol. Siendo un niño en compañía de sus hermanos tuvo que combinar sus estudios con el trabajo, algunas veces sembrando maíz o cortando café.   Siempre fue muy entregado al estudio, el cual realiza en centros educativos nacionales, obteniendo su título de bachiller como uno de los alumnos más destacados.  Mérito por el cual fue escogido  para hablar en nombre de su promoción en su acto de graduación.   Herbert siempre se destacó por su sensibilidad en la creación de poemas, donde manifestaba su calidad humana y espíritu de servicio. Se identificó con la figura de Cristo Jesús, desde niño afirmaba que moriría a la edad de Cristo, como en verdad ocurrió.

A los  diecinueve años obtiene una beca para estudiar Licenciatura en Ciencias Jurídicas en la Universidad de El Salvador, destacándose como un buen estudiante; sin embargo su compromiso humanista, lo lleva a crear conciencia de la injusticia social en que se encuentra El Salvador, incorporándose de lleno a la lucha gremial estudiantil.  Es allí donde funda con otros / as estudiantes universitarios de distintas carreras, la Sociedad de Estudiantes Becarios Universitarios Salvadoreños (SEBUS), logrando incorporarse al Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios “Salvador Allende” (FUERSA).  Se involucra en la lucha por cumplir los mandatos que la Constitución Nacional atribuían a la Universidad de El Salvador, una universidad al servicio del pueblo, formando profesionales conscientes, desarrollando la investigación y promoviendo una proyección social para beneficio de las grandes mayorías de la sociedad salvadoreña.

Como parte de este empeño, el movimiento estudiantil organizado enfrenta a las autoridades universitarias que fueron impuestas después de la intervención militar realizada por el régimen Coronel Arturo Armando Molina, producto de un fraude electoral.

Participa y organiza las Brigadas de Apoyo Jurídico en beneficio de campesinos y campesinas agobiados / as por las condiciones de sobre explotación en el campo.  Aquellos se veían forzados / as a exigir mejores salarios y tierras para el que la trabajara.  Esta constante se repetían en el sector obrero y comunal, la gente trabajadora de las fábricas y la construcción y el sector público que laboraba en las instituciones del Estado.

Estando en el FUERSA  organizó la marcha del 30 de julio de 1975, la cual haciendo uso de la fuerza fue disuelta por el gobierno, la fuerza armada y los cuerpos de seguridad.  En esta acción fueron asesinados y desaparecidos unos veinticinco estudiantes de la UES, resultando heridos casi  medio centenar de universitarios y estudiantes de secundaria.

Herbert fue uno de los que logró, llegando con otros estudiantes al Parque Libertad.  Allí,  denunciaron la masacre estudiantil, permaneciendo en el atrio de la catedral metropolitana durante ocho días, cuando se celebraban las fiestas agostinas de San Salvador.  Esto último, significó la primera toma de la Catedral,  participando un grupo de religiosos y laicos, que permanecieron dentro del recinto del templo para denunciar  esta masacre y las que se habían realizado meses antes en Chinamequita y tres calles,  actos violatorios a los derechos humanos cometidos por el gobierno para aterrorizar a los sectores organizados y que exigían sus derechos a costa de su propia vida.

Cuando tenía veinticinco años,  decide incorporarse a la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador-No Gubernamental (CDHES).  Para esta época, ya había contraído matrimonio  con Mirna Antonieta Perla Jiménez, con quien llegó a procrear tres hijas y dos hijos.  El compromiso de trabajo en la CDHES y sus obligaciones personales lo llevan a renunciar a sus estudios y al trabajo que desempeñaba como servidor del Órgano Judicial.

De cierta manera también se decide a enfrentar hasta la muerte, las violaciones a los derechos humanos, pues dicha organización, se dedicaba a denunciar los asesinatos, desapariciones forzadas, las capturas arbitrarias, a defender a los perseguidos políticos.  Por esa razón era perseguida y muchos de sus integrantes fueron desaparecidos, asesinados y exiliados.  Para el caso, se puede mencionar que sus dos primeros presidentes,  El Dr. Lara Velado y el Dr. Augusto Méndez tuvieron que salir por las amenazas a muerte y la persecución.  La tercera Presidenta, Marianella García Villas fue asesinada en marzo de 1982. También fueron asesinados otros integrantes de la Comisión como  Magdalena Henríquez, Ramón Valladares.  El Dr. Roberto Rivera Martelli, Carlos Eduardo Vides y América Fernanda Perdomo fueron desaparecidos y aún no se conoce su paradero.

 

Herbert, como miembro de la Comisión realizó una labor de defensa de los presos políticos, investigó  y documentó casos de asesinatos en forma individual y colectiva,  desapariciones forzadas, realizando un trabajo de análisis sobre las leyes que se aprobaron para encarcelar a todos / as los/as opositores al gobierno. Este trabajo que se hizo en condiciones muy críticas, bajo la amenaza latente de convertirse en uno más de la larga lista de víctimas de asesinatos, desaparecidos, exiliados, presos políticos, torturados, acusados de subversivos, comunistas, terroristas que llevaba el pueblo salvadoreño en su lucha.

A pesar de estas amenazas, del temor por perder la vida o sufrir cualquier tipo de violaciones a sus derechos o los de sus hijos, esposa y familiares, Herbert nunca claudicó en su inquebrantable decisión de defender a las víctimas de violaciones a los Derechos Humanos. En muchas oportunidades denunció a través de los medios de comunicación social, las violaciones sistemáticas que a diario presentaban las víctimas ante la Comisión.

En muchas oportunidades viajó a zonas conflictivas para documentar las masacres, como por ejemplo la del Mozote, en donde recogió personalmente el testimonio de Rufina Amaya y otros sobrevivientes, poniendo estos testimonios en conocimiento de las distintas instancias de la ONU y la Comisión de Derechos Humanos.  Tomó fotos y testimonios de múltiples bombardeos a la población civil en las zonas conflictivas, gestionó ante el Estado Mayor de la Fuerza Armada los permisos necesarios introducir alimentos a la población civil en las zonas conflictivas.

Además de las instancias mencionadas anteriormente, las denuncias sobre las violaciones sistemáticas a los derechos humanos fueron conocidas a nivel internacional de la mano de Herbert.  Varias veces viajó hacia México, donde existía una representación de la CDHES, otras se trasladó a Holanda para pedir apoyo a los gobiernos para lograr detener el  exterminio físico contra la población que afectaba a todos los sectores, incluyendo al Obispo Metropolitano Monseñor Oscar Arnulfo Romero y muchos sacerdotes, monjas, laicos, cooperativistas, sindicalistas, estudiantes, dirigentes políticos, autoridades universitarias, docentes universitarios y de secundaria, periodistas nacionales y extranjeros, pobladores de las tierras inundadas por la represa del Cerrón Grande, etc.

Esta situación fue reconocida por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas que mantuvo en el Punto Doce de su Agenda Fija a El Salvador.  Este apartado tenía como finalidad mantener en observación a los países que practicaban en forma sistemática la violación de los Derechos Humanos.

En mayo de 1986, Herbert fue secuestrado por miembros de la Policía de Hacienda  -que portaban ametralladoras-, en una tienda cercana a su casa de habitación.  Lo acompañaban su esposa, sus tres hijas y dos hijos.  Sus captores lo mantuvieron incomunicado durante quince días.  Estando secuestrado, lo sometieron a crueles torturas con el fin de doblegarlo y hacerlo desistir de su noble  y valiente labor de defensa de la vida y la integridad física de todos aquellos / as humildes salvadoreños / as que luchaban por una vida digna.

 

 

Su fortaleza para no sucumbir ante la tortura física y psicológica, ni mucho menos a los ofrecimientos de dinero u otras prebendas, radicaba en su compromiso con ese pueblo analfabeto, descalzo y masacrado que desde hace mucho tiempo ha luchado para que se le reconozca su calidad de ser humano, logrando comprometer a Herbert.  Lo comprometieron con su ejemplo de lucha, y confiaron en él sus testimonios  y sus anhelos por lograr una mejor calidad de vida. Esta convicción llevó a Herbert a mantenerse firme hasta el día en que le asesinaron. 

 

 

Según lo relata en su testimonio, de los días aciagos en manos de sus  torturadores  “…un día entenderá que alguien así, tiene más que sus razones para no ‘colaborar’, porque estaría atentando contra su escala de valores, su  visión y concepción del mundo nuevo, del hombre ciertamente amante por su capacidad de conjugar el verbo amar y no me refiero al aspecto sexual, como morbosamente lo presentaba, atentaría contra el hombre filósofo del mañana, desentrañando o interpretando científicamente esta realidad, incomprendida aún por la neurona primitiva, en ese mismo sentido va orientado el hecho de hacerlo sentir importante, ¿pero importante de qué?  Es obvio  que este engendro de la noche, plasma a cada rato su individualismo, para ellos sí existe gente importante y otros que no lo son; existen los poderosos a quienes hay que defender (y por eso estaba capturado); es poco posible  hacerlo entender del profundo significado de categorías políticas, como igualdad, libertad, justicia o de la paz misma …”

Al terminar los quince días de tortura, Herbert sabía que su sentencia de muerte estaba dada por las amenazas que realizaron sus torturadores. Él fue remitido al Penal de Mariona, donde estaban unos mil doscientos presos políticos.  Estuvo privado de libertad durante ocho meses, en los cuales intensifica su labor de investigación y análisis sobre las violaciones a los derechos humanos de los  detenidos  en ese lugar, que se convirtió en un  verdadero territorio liberado, donde se encontraban encarcelados salvadoreños de todos los sectores gremiales, incluso una gran cantidad de combatientes del FMLN, que realizaban  toda clase de actividades organizativas, sanitarias, de salud mental para tratar los traumas ocasionados por las torturas, y labores educativas.   Allí, Herbert junto con cuatro  miembros más de la CDHES, organiza, dirige y ejecuta la investigación sobre la tortura en El Salvador,  documenta cuatrocientos sesenta y dos testimonios, clasificando cuarenta  diferentes formas de tortura física, psicológica o ambas a la vez.  Esto lo plasman en un cuadro con la nominación de cada uno de los tipos de tortura,  los nombres de las víctimas, sus firmas y huellas, contando para ello, con el apoyo de los mismos presos quienes dibujaban estas formas de tortura.   Este trabajo se plasma en un documento titulado “La Tortura en El Salvador, 1986”, el cual fue entregado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitó  la cárcel, cuando su presidente junto con una delegación realizaba una visita in situ. Copia del mismo trabajo fue entregado al Relator Especial de Naciones Unidas para El Salvador,  José Antonio Pastor Ridruejo. En esta misma época se presentaron trescientos Habeas Corpus como  parte del trabajo de Herbert y los otros miembros de la Comisión.  Realizaron múltiples entrevistas con delegaciones de organismos internacionales a quienes dieron a conocer la situación de violación sistemática de los derechos humanos.  Nunca se le probó que hubiera cometido delito alguno, por eso muchos sectores y organizaciones, en especial los Comités de Madres, familiares de asesinados, torturados y desaparecidos por razones políticas, junto con los organismos nacionales e internacionales  de D.H., exigieron la libertad de Herbert y los demás presos políticos.

En febrero de 1987 fue liberado mediante un acto denominado “Gesto de Buena Voluntad” entre el gobierno y la guerrilla que exigió la libertad de cincuenta y dos connotados líderes que estaban en prisión  ilegal e injustamente, a cambio de liberar a  unos rehenes que tenía ésta última en su poder.

La Cruz Roja Internacional traslada a Herbert y los otros liberados al local de la CDHES, donde brindaron una conferencia de prensa, en la que reafirma su decisión inquebrantable de continuar su ardua labor por la defensa de los derechos humanos, denuncia las violaciones, las amenazas de muerte en su contra y la de su familia. Continúa su labor publica con más intensidad, pues se convierte en un referente para los medios de comunicación que en esa época habían logrado un gran espacio para difundir ampliamente las noticias.

En agosto de 1987, se dieron las amenazas públicas de parte del General Rinaldo  Golcher, Director de la Policía de Hacienda, quien acusa públicamente a Herbert de ser el “cerebro” de la Comisión, de ser integrante de la guerrilla, amenazas que se repiten por medio de una radio clandestina denominada “Radio La Verdad”, justificando de esta manera en forma pública su asesinato. En ese mismo mes, un grupo de hombres fuertemente armados vestidos de civil y en vehículos particulares tratan de secuestrarlo,  pero él logra escapar, unos vecinos anotan las placas del vehículo, con lo cual se hace un campo pagado para exigir al gobierno del Presidente Napoleón Duarte que investigue a estas personas y se les sancione, pero nunca dieron respuesta.

En un histórico debate televisado que sostiene Herbert con el Coronel López Nuila, Director de la Policía Nacional y  Miguel Castellanos, un ex miembro de la guerrilla,  “colaborador”  del gobierno, cuestiona la postura del régimen que trataba de plantear la humanización del conflicto armado, sosteniendo que las guerras nadie las gana,  en la guerra, la humanidad pierde.  Anaya exige una vez más cese al enfrentamiento armado, que se ataquen las causas que dieron origen a la guerra,  que son indudablemente la distribución injusta de la riqueza, los fraudes electorales, la represión, la violación sistemática a los derechos humanos de la gente humilde que es más del sesenta por ciento de la población, que son los que integran las más de siete mil personas detenidas desaparecidas, cien mil  personas asesinadas, masacradas y el millón y medio de desplazados.

 

 

Un mes después,  a las 6:45 de la mañana del 26 de octubre de mil novecientos ochenta y siete, Herbert es asesinado por miembros de la Policía de Hacienda vestidos de civil, que usaron armas con silenciador. Estos policías estaban protegidos por un contingente policial, de al menos 50 policías nacionales que se encontraban a unos doscientos metros del lugar donde fue asesinado, cuando se disponía a llevar a sus cinco hijas/os al colegio. Este asesinato permanece impune, sus asesinos intelectuales y materiales no fueron investigados ni sancionados nunca. 

Para ocultar a los responsables montaron un show con un joven, a quien por medio de la tortura, lo  obligaron a decir públicamente que él fue parte del escuadrón de la muerte que asesinó a Herbert Anaya Sanabria,  ejecutándolo por orden de la guerrilla. Versión que fue desmentida un mes después, pero ya no lo difundieron los medios de comunicación.  Incluso cuando el Juez Primero de lo Penal de San Salvador sobreseyó a este joven, le pusieron una bomba en su casa y por eso se fue al exilio durante muchos años. El Tribunal Superior se prestó a esta arbitrariedad para ordenar que se continuara el proceso en contra de Jorge Alberto Miranda a quien le condenaron con solo una declaración extra oficial en su contra, aunque posteriormente se retractó.

Su asesinato causó gran conmoción en el ámbito nacional e internacional, hubieron fuertes y multitudinarias protestas populares, entre ellas una marcha hacia la Cancillería, donde estaba la sede de la Comisión de Reconciliación que se había fundado en el marco del dialogo negociación para terminar el conflicto armado.  Se realizó  una vigilia frente a la embajada de los Estados Unidos en El Salvador, para hacerles saber que se les responsabilizaba por este crimen atroz, que pretendía callar una voz que era una verdadera voz del pueblo. El FMLN se retiró de la mesa de negociaciones, exigiendo una investigación objetiva por ese crimen.

 

 

Los organismos de Derechos Humanos declararon el Día 26 de octubre, como el día que se debe dedicar a los y las defensoras / os de Derechos Humanos. Desde entonces se ha celebrado esta fecha.  Esta dedicación tiene su respaldo en la “Declaración sobre el Derecho y el Deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidos” de Naciones Unidas, aprobada el 9 de Diciembre de 1998, que en su Art. 14, Número 3, dice “El Estado garantizará y apoyará, cuando corresponda, la creación y el desarrollo de otras instituciones nacionales independientes destinadas a la promoción y protección de los derechos humanos…, como por ejemplo, mediadores, comisiones de derechos humanos o cualquier otro tipo de instituciones nacionales”.  

Fundamentando esta solicitud, se solicitaron en varias oportunidades, habiendo podido obtener un dictamen favorable en la Comisión de Cultura y Educación, mediante el No. 109-FAVORABLE…EXPEDIENTE No. 505-10-94-3, pero la fracción de ARENA lo rechazó en octubre del 2004.

 

 

Herbert sostenía que su vida continuaría por medio de quienes retomaran su lucha a favor de la justicia, que para él constituía toda su vida, como lo plasma en su testimonio del 26 de mayo de 1986, cuando fue secuestrado “la agonía de no trabajar por la justicia es más fuerte que la posibilidad  cierta de mi muerte. Esta última es solo  un instante... lo otro constituye la totalidad de mi vida.”

Muchas veces en reuniones  con jóvenes, a quienes atendía como parte de su trabajo de derechos humanos les leía este poema:

 

 

 

No me busques en palabras muertas, ni apresures tus lágrimas al vacío…

 

 

Sonríe cuando me nombres, piensa en las huellas que dejé,

 

 

En los caminos que recorrí,

 

 

Pero siempre piensa en mí,

 

 

Con la vida y mi nombre adherido a tus cabellos.

 

 

Es que no he muerto,

 

 

Vivo en el alma de mi gente,

 

 

Compartiendo mi vida,

 

 

Comparte tú, mi lucha en tus recuerdos.

 

 

 

 

 

No me llores más,

 

 

Retoma el valor que dejé,

 

 

La historia que forjé,

 

 

Los planes que tracé

 

 

Y verás que no he muerto,

 

 

Siempre viviré en el corazón del pueblo que sufre

Y en quienes conmigo viven.

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